viernes, 25 de febrero de 2011

Inspiración

Habían pasado ya varios días sin escucharte. Cuando escucho tu voz el tiempo se parte en dos, uno en el que imagino, otro en el que retengo tus palabras. Cuando retengo tus palabras aprecio tu esencia. Cuando aprecio tu presencia mi alma se divide en dos, la que está despierta sintiéndote, la que está dormida soñándote.

Cierro los ojos, logro sentir. Puedo gritar, morir, llorar, desarmar, jugar, imaginar, vivir. A veces veo la imaginación como el imposible de lo posible que el cuerpo alcanza. Pero para mí la imaginación el resto del tiempo que no es a veces, tiene el significado de la cordura que permite iluminar esa imagen borrosa que se esclarece con solo parpadear varias veces en el objeto.

Te vi, solo sé que te vi. Te vi porque la mitad del tiempo te sentí, la otra mitad del tiempo entré a tus ojos para fijar mi espacio en tu interior. Después de dividirme en partes sé que te vi, lo demás no lo recuerdo, estaba ya utilizando las dos mitades de mi tiempo en sentirte y buscarme en ti.

Esa noche brillaron mis ojos, aquel destello de luz dejó que percibiera todas tus formas, figuras, perspectivas. Ahora después de parpadear por primera vez, después de haberte visto, logré reconocer que había tomado una foto con mi retina en el instante mismo en el que por la naturaleza humana cerré los ojos, logré sentirte en un segundo infiltrando mi mente como una imagen fugitiva. En ese negro oscuro logré verte de nuevo, como una foto que no puede borrarse de la cámara cuando ya el lente la ha capturado.

Abrí los ojos, estabas intacto. Mi álbum mental ya tenia registrada la cobertura de tu esencia: Tu imagen, tu cuerpo.

Esa noche fue la primera noche aunque no lo quiera, después de esa noche las próximas primeras noches serían el conjunto de imágenes que mi retina seguiría capturando, absorbiendo, infiltrando, robando, penetrando.

Esa noche te conté el secreto de mis labios, te escondí el de mi corazón. Ahora después de despertar del sueño consiente no logro dimensionar la perfección de tus ojos, las líneas de tus labios, el roce de tus manos, la sensación de tu sabor.

Los días siguientes, semanas y noches, imaginé. Imaginé porque el resto del tiempo en que no escuchaba tu voz me la pasaba pensado. Pensar para mí es intentar organizar el desorden mental que permite soltar las ideas que el cuerpo desea. Ahora que no hay tiempo, lugar, espacio, rincón, mitad. Ahora que no hay fin, principio, aves, sortilegios, cartas, ruletas, animales, ruedas, mordiscos, unicornios, libros, pedazos de mí. Ahora que no hay rastro, viernes, osos de felpa, miradas perdidas. Ahora solo hay imaginación que recrea la realidad, de lo que si algo realmente fue, ninguna otra cosa mejor que un sueño pudo haber sido.


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